jueves, 30 de septiembre de 2021

Los abuelos

 

Se terminó la pandemia y fui a visitar a mi abuelo. 

 

- Buenas. 

- Hoooola. ¡Por fin! -responde mi abuelo. Tenía como un tono de falsa sorpresa. 

- Dale, viejo mongólico. 

- Epa, ¿Qué te pasa?

- Que ya estás rompiendo las pelotas. Dejame pasar. 

- No nos vemos hace un año y medio, ¿y me hablás así?

 

La pegué una cachetada y él me agarró rápidamente del cuello. Ahí nos trenzamos en una pelea que duró buena parte de la mañana. Mi abuelo siempre se mantuvo bien físicamente, siempre hizo ejercicio, y yo no puedo decir lo mismo. Hubiera pensado que la diferencia de edad ya habría sido suficiente, pero la verdad es que no. Mientras peleaba pensaba "voy a tratar de no lastimarlo mucho", pero realmente no habría podido aunque quisiera.


- Basta, soltame, tenés tremendo olor a calzoncillo meado.
- Pendejo atrevido, te tendría que haber dado una paliza antes.

Nos separamos y nos acomodamos un poco, tomando aire.

- Abuelo, vengo a pedirte plata.
- ¿Para qué?

Tosí y me acomodé un poco el pantalón y la remera. Me dolía un hombro.

- Mil doscientos dólares. Nunca te pido nada.
- ¿Venís a pelearme o a pedirme plata?
- Tenés razón. Perdoná -sonó tan falso que casi lo digo de nuevo, daba vergüenza.
- ¿Y para qué querés esa plata?
- Me quiero comprar un sintetizador.
- ¿Y eso qué es?
- ¿Abuelo tenés la plata o no? Si no tenés no pasa nada, vendemos algo.
- ¿Qué vas a vender, pedazo de basura? Andate de acá.
- ¿Y si me das menos? Puedo comprarme uno usado.

Miré a los costados buscando algo de valor, la verdad es que no encontré nada, siempre fue un viejo austero de mierda, incluso cuando era chiquito porque cuando cuenta cosas parecen hechas por un niño viejo, como que nunca fue joven, trabaja desde los nueve años por voluntad propia.

- Abuelo, trabajás desde los siete años y no tenes plata, ¿qué onda?
- Pendejo machirulo, ¿por qué no te vas a trabajar vos?
- No hay laburo en ningún lado ahora. ¿Dónde aprendiste esa palabra?
- En el mismo lugar que vos, tengo las mismas redes sociales.
- ¿Abuelo qué tenes en el cuello?
- ¿Esto? Nada.
- Sí, tenés algo ahí, mostrame qué es, a ver...

Mi abuelo me hizo una señal de que pare, con la mano, y procedió a sacarse una máscara de la cara que nunca me había dado cuenta que llevaba.

- ¿Abuela?

- Sí, mijito. 

- ¿Hace cuánto que tenías puesta esa máscara?

- Hace diecinueve años, desde el día que murió tu abuelo y suplanté su identidad. 

- No puedo creer. 

- Más vale que lo empieces a creer, porque ahora llegó tu turno.

- ¿Lo qué?

- Estuve años preparando un molde de tu cara, ya está pronta la máscara. De aquí en más yo voy a ser vos. 

- ¿Cómo hiciste para preparar el molde? Hace pila de tiempo que no nos vemos. 

- No es tan difícil, siempre estás con la misma cara de orto. 

- Claro. ¿Y por qué yo?

- Es más fácil suplantar la identidad de alguien a quien conocés bien. 

- Yo no creo que me conozcas tan bien. 

- Creo que lo más importante está centrado en la cara de orto, es tu marca característica, no sé si hay mucho más realmente. 

- Pero abuela... vos sí me caías bien. 

- No tengo tiempo para la lástima. Dame tu billetera y los documentos que tengas arriba. 

- Pero abuela... ¿me vas a disparar?

- Solo puede haber uno, no podemos haber dos con la misma identidad. 

- Con razón estás con armas hace años, el abuelo nunca había tenido armas. 

- Porque era un cagón. 

- Bueno... estoy medio confundido ahora, no sé cuándo me formé el juicio sobre él. 

- Adiós. 

- Pero ab- 

martes, 3 de agosto de 2021

Un rey y tres medidas

 

Tras la bajada de Dios, descendiendo desde el cielo en una escalera formada de nubes y custodiado por siete gatos, en lo que fue llamado unánimemente el evento más importante en la historia de la humanidad, el mundo se dividió en cinco partes, cada una de ellas gobernada por un Rey, designado por el mismísimo Dios de manera directa y enigmática. Este sería, según sus propias y santas palabras, el penúltimo intento por modificar definitivamente el orden establecido, y agregó que le tenía "más fé al último, pero bueno". Su intervención duró solo tres minutos y no se lo volvió a ver hasta ahora. El número de ateos se redujo solamente en un veinte por ciento.

El rey del continente Post-americano (que excluía a Canadá pero incluía a la Antártida, así fue designado por Dios) fue misterioso en sus primeras dos semanas de mandato, pero se pronunció ante el pueblo en la tercera. 

- Miren... voy a ser claro. Voy a trabajar un día por año, necesito estar fresco y descansado. Nuestra región va a seguir dividida en los mismos países de siempre con los mismos sistemas de siempre. Yo solamente voy a imponer una regla por año, o sea que voy a trabajar solo el primero de enero de cada año cuando anuncie la nueva ley. Esta ley la voy a meditar durante los otros trescientos sesenta y cuatro días, así que confíen en que será una ley justa y descansada... meditada. ¿Tamos? Bueno, hasta el año que viene. 

Durante el primer año antes de la primera medida la discusión al respecto fue imposible de cuantificar. Por momentos no se hablaba de otra cosa e incluso se registró un hartazgo a nivel social. El sistema político (en cierta manera subordinado al Rey) formó parte de esta especulación como siempre lo hace; organizaciones sociales intentaron hacer oír su voz lo más alto posible para que de alguna manera alcanzara al soberano máximo. Es imposible determinar si lo lograron o no. El Rey vivía absolutamente aislado en un hotel de lujo en las Bahamas. Solo a veces se lo veía saliendo a un balcón de madrugada, de bata, descalzo y comiendo helado, con los ojos rojos y evidentemente acostumbrados a muy poca luz. Su imagen se oponía drásticamente a los excesos de la Reina de Europa o al pragmatismo del Rey de Asia, por ejemplo. 

Llegó el día del primer anuncio, que se hizo al atardecer de un primero de enero. El Rey salió con una corona de oro (con joyas incrustadas) y vestido con una bata de terciopelo rojo. Su mensaje fue brevísimo. 

- Cada año, el 29 de diciembre, determinaremos cuál es la persona más rica de América. Esa persona será guillotinada el 31 de diciembre. Muchas gracias. 

No se permitió hacer ninguna pregunta, el Rey ingresó de nuevo a su habitación y el mundo quedó helado ante la primera ley promulgada. El debate fue inmenso. Se especuló sobre la pertinencia de la ley, a quién beneficiaba, si era un intento por controlar el capitalismo despiadado o si era una especie de revancha o qué era. Lo cierto es que se registró una fuga importante de capitales hacia otros continentes, que no habían impuesto la misma ley. Hubo consenso en que la norma debería ser internacional para que significara un verdadero estímulo a la desacumulación de capitales, pero al ser aplicada solo en el continente americano las consecuencias fueron mucho más complejas y probablemente no las esperadas por el Rey. Se especuló sobre si Su Majestad se habría puesto en contacto con otros monarcas, pero nada se supo del tema. La persona más rica del mundo al 29 de diciembre de ese año fue guillotinada luego de una estimación de su riqueza que también generó infinitas suspicacias. Pero la palabra del Rey había que cumplirla desde el día uno, porque descendía de Dios todopoderoso, y no se podía tardar para hacer confirmaciones de ningún tipo. Dos días después, llegó la segunda ley: 

- A partir de hoy, nadie paga más alquiler. Tu casa, donde vivís, es tu propiedad, compartida si vivís con más gente. Las casas vacías son del estado y se repartirán entre la gente que lo solicite por los métodos que cada país estime pertinente, sin posibilidades de ser vendidas, y siempre y cuando la persona solicitante no esté viviendo sola, sino con más personas. Listo, se dejan de joder. 

Todo el anuncio lo hizo con un plato de helado en la mano, y hubo debate sobre si el dedo pulgar estaba efectivamente sumergido en él o no. 

Se registraron algunos problemas con esta ley. Fanáticos libertarios incendiaron algunas viviendas que tenían en alquiler. Mucha gente separó de apuro a su familia y obligó a cada miembro a ocupar una propiedad, con la intención de que se considerara suya y no vacía. Estamos hablando de una minoría, la minoría rica del mundo. Pero muchas estrategias como esta se llevaron adelante y entorpecieron la aplicación de la segunda ley real.

El primer día del año siguiente el Rey avanzó en lo que los historiadores de hoy en día consideran un paso en falso, determinante e irreversible. Salió al balcón con un aspecto lastimoso, con ojeras, y una luz de televisor de fondo. No parecía tener algo preparado para la ocasión.  

- La tercera medida la anunciaré recién en la próxima luna roja. 

La gente esperó otro año y dos meses para que se registrara el siguiente eclipse total de luna, pero cuando el rey salió al balcón su mensaje no fue el esperado:

- Mmm no, más roja tiene que estar. 

La comunidad científica internacional fue rápida y muy firme al explicarle al rey que la luna probablemente no se pusiera más roja que eso y que no rompiera las bolas. El Rey era relativamente terco y no daba el brazo a torcer, pero hubo manifestaciones, muchas, y en muchos países (no todos), y cuando la represión llevó a que se registraran dos muertos de diferentes ciudades el Rey consideró que era suficiente, aproximándose nuevamente al balcón. 

- No puedo aceptar que haya muerto gente por mi culpa. Asumo que fue mi culpa, no tengo miedo de decirlo, y pido disculpas. La verdad es que todavía no anuncié medidas nuevas porque no se me ocurrió ninguna. Prometo no descansar hasta no aparecer de nuevo con algo potente y jugoso. No los voy a defraudar, pero lo quiero pensar bien. 

Su mensaje aplacó un poco a los pueblos americanos. De todos modos, su nueva ley tardó menos de una semana en llegar. 

- Se termina el offside, me tiene podrido. Ahora se juega sin offside, manéjense.  En cuanto a los mundiales y las selecciones, y en el espíritu en que Dios me eligió a mí, se tiene que jugar con un jugador sorteado entre los habitantes de cada país. Debe jugar los 90 minutos. Listo, nada más, a ver qué pasa. 

Con un grito alguien le preguntó si estaba hablando de fútbol. 

- Y sí -contestó el rey. 

Volvió a salir cuando ya estaba con un pie adentro, y agregó:

- Ah. Y todas las personas que se llaman Heber pasarán a llamarse Neber de manera inmediata. 

Algunos pensaron que el descontento social se elevaría exponencialmente en cuestión de horas, que la opinión de la humanidad y del continente en particular serían por primera vez unánimes, pero eso nunca pasó ni pasará. Más o menos la mitad o quizás menos de las personas del mundo consideraron que había que probar las leyes, que tal vez hubiera un cometido oculto que beneficiaría a todo el mundo, que había que buscar el mensaje secreto, la intención invisible. Lo cierto es que comenzaron a organizarse excursiones al hotel del Rey para prenderlo fuego, incluso las agencias turísticas internacionales comenzaron a armar paquetes que incluían una visita al hotel. El siniestro ocurrió finalmente en los primeros días de febrero de ese año, en el que una multitud que se fue acumulando durante días finalmente logró encender la planta baja del hotel y se alcanzó el incendio total del inmueble en cuestión de minutos.

- Pará, me olvidé. Toda la plata que está en cuentas bancarias y que excede los diez mil dólares pasará a las cuentas del gobierno de cada país, que luego lo distribuirá en partes iguales entre todos sus ciudadanos.

Miembros suicidas de la turba (los que entraron durante el fuego en un arrebato de ira) no aceptaron esta última ley e incluso le reprocharon por qué no creaba un Fondo Real de Redistribución, así el dinero se dividía entre todos sin importar de qué país provenía y se aprovechaba también para igualar un poco, económicamente, a las diferentes naciones. Pero la verdad es que esto también es una leyenda, no puede demostrarse con exactitud que el Rey haya escuchado esto o siquiera que haya sido pronunciado por uno de los invasores.

Se presume que el Rey murió en el incendio, aunque dice la leyenda que en sus últimas palabras gritó desde el balcón que la nueva ley era que tenían que apagar el incendio inmediatamente y ayudarlo a salir, y desde la turba enfurecida se oyeron voces de que no era primero de enero y de que no había luna roja. 

lunes, 7 de junio de 2021

Compartir cosas hechas

Cuando una persona escribe es importante que sus amigos y la gente que lo lee le digan que tiene que escribir más. Es como decir "feliz cumpleaños" cuando es el aniversario del nacimiento de una persona. Puede no significar nada, pero hay que decirlo. Exhortar de esta manera, mediante el halago, es uno de los pilares de nuestra sociedad. También, si se tiene cualquier tipo de experiencia en la escritura o se escribe para algún medio, es importante que se le diga a la persona que escribe qué es exactamente lo que tiene que escribir o sobre qué tema. 

Hace algunos años estaba en el apartamento en el que vivía, un monoambiente chiquito y bastante viejo en algún lugar de Montevideo, un viernes de tarde, y recibí la visita de un amigo, no me acuerdo si me había avisado que venía o no, pero supongo que sí porque si no directamente no atendía el timbre. 

A este amigo le serví un plato de comida y me dijo que era muy rico y que por favor lo hiciera más seguido. Lo interesante es que me lo dijo sin probarlo, y es algo que me ocurrió varias veces en realidad, y es lo mismo que con la escritura: se lo servís en la mesa, se queda mirando el celular y no toca el plato, de repente un día se da cuenta de que estaba el plato ahí enfrente y ya está frío, se para a calentarlo en el microondas y te avisa que lo está haciendo (vos ya te habías olvidado de que habías cocinado y ese llamado de atención te lo recuerda y de alguna manera te frustra un poco) y se distrae de nuevo, le queda demasiado caliente y todavía cuando prueba te dice: 

- Ay, me quemo, no entiendo los microondas, qué cosa que no soporto quemarme el paladar, tenés que escribir un cuento sobre eso.
- Dale, te dejo acá un papel y lapicera, escribime si podés todos los temas de los que tengo que escribir un cuento. 
- No, yo te dicto y vos escribís, pero más tarde, pero dejá el papel ahí. 
- Bueno, bárbaro, pero ¿para qué me pediste que cocinara si al final no ibas a comer? Ya se te está enfriando de nuevo la comida. 
- Uuuh es verdad, se me pasó, pasa que ando con tres mil cosas, igual yo quería que cocinaras porque el hecho de cocinar ya está bueno de por sí.
- Bueno, está bien, pero ya que cociné, no te parece que mejor comer lo que cociné para no desperdiciarlo y de última para tener cierta satisfacción de sentir que tu trabajo fue aprovechado de alguna manera? 
- Puede ser.
- Bueno, la concha de tu madre.
- Está bien, igual hay que desprenderse un poco del ego, no puede ser que tu día dependa solamente de la aprobación de los demás sobre lo que hacés. 
- Tampoco tengo por qué ser el primer gil que se desprende del ego, primero capaz que podría desprenderse algún otro, y en todo caso capaz que tampoco tengo ganas de desprenderme de nada pero sí de que se coman la puta comida que preparé porque me pidieron.
- Pero ojo que yo no pedí nada, eh.
- ¿Cómo que no? Me pediste sí.
- No no, yo no pedí nada, solo te dije que qué bueno que hubieras cocinado en el pasado.
- ¿Estás seguro?
- Sí, ni siquiera probé o aprobé lo que habías cocinado, solamente señalé que era valorable que lo hubieras hecho, y también dije que quizás si lo continuaras haciendo sería también valorable, pero no más ni menos, simplemente en la misma magnitud que en las veces anteriores, es decir, ni siquiera como mérito acumulativo, solo la continuidad, como alimentarse con moderación o bañarse.
- Pero me parece que de alguna manera insinuaste que lo que yo cocinaba tenía cierto valor culinario y nutritivo, y que te gustaría probar algo.
- Me parece que esa fue una interpretación tuya solamente.
- Bueno, está bien, acepto lo que afirmás, pero no te parece que ya que cociné y que te lo serví, siendo que te gusta comer y que somos amigos, capaz que te podrías haber tomado la molestia de probar cuando...
- Claro, lo otro que pasa es que tengo esto por acá y mirá... -sacó un arma. 
- Pará, ¿qué es eso?
- ¿Y a vos qué te parece que es?
- Y... me parece que es un arma de fuego.
- Bueno, te parece bien.
- Tranquilo, no pasa nada... capaz que a lo mejor podrías guardarla.
- Esa es tu opinión, yo opino exactamente lo contrario, ¿algún problema?
- No no, ninguno.
- Te digo más, ahora voy a practicar mi rutina de baile y vos vas a mirarla y a opinar, y lo voy a hacer con esto en la mano.
- Está bien pero, ¿no sería mejor soltarla capaz? Digo porque se te puede escapar un tiro, me podés pegar a mí, pegarte a vos...
- Esto es arte, lo hago como a mí me parece.


Así seguimos un rato, cayó la noche y se puso oscuro pero mi amigo no quería prender las luces. Cada tanto yo hacía el ademán como de moverme, pero escuchaba el sonido del revolver como si lo golpeara muy sutilmente contra la mesa. Así pasaron unos cinco minutos hasta que me animé a hablar de nuevo. 

- Che, ¿te parece que podemos prender las luces?
- Dale, no hay problema. 

Prendí la luz y me pegué el susto de mi vida cuando noté que mi amigo no estaba más y en su lugar había una persona con un pasamontañas y toda vestida de negro sentada en la silla. Se notaba que era otra persona porque tenía otra complexión física, era como más atlético. No tenía más el arma, pero tenía un fierro, como si fuera una palanca para forzar puertas. Miré un poco alrededor y mi apartamento estaba todo igual, solo que no había puerta de entrada: donde antes estaba ahora había solo pared. 

- ¿Para cuándo un texto nuevo? -preguntó el tipo de pasamontañas. Yo todavía dudaba de si era mi amigo o no. 
- Estoy empezando uno ahora, tengo un par de ideas. 
- ¿Va a estar bueno o va a ser como el último?
- Me parece que la tendencia se mantiene. 
- A mí me gustó mucho el que era una especie de continuación del Quijote, ¿cómo era que se llamaba?
- Fa... ¿yo escribí eso?
- Sí, "Don Quijote de la Garcha" se llamaba.
- Uh... eso lo escribí en un escrito en cuarto de liceo, me suspendieron un día y me mandaron a examen de literatura... primera y última vez. 
- Ese fue tu mejor texto. 
- No había vuelto a pensar en eso nunca. Hace más de veinte años que pasó eso. 
- Fue el mejor. 
- ¿Cómo sabías? O sea, ¿dónde lo leíste?
- Lo tengo
- Hubo uno que escribí hace diecinueve años, un año después, ¿lo leíste ese?
- Ese no, me gustó el de Don Quijote de la Garcha. 
- Ese era el humor que tenía a los quince años. 
- Es el mejor. 

Apagué la luz de nuevo y la volví a prender. Ahora había una mujer tomando un jugo de verduras en un vaso largo, vestida de blanco y beige. 

- Si tomás esto y te mantenés conectado con la naturaleza vas a estar bien, no te vas a morir nunca. 
- Bueno. ¿Sabés como puedo salir de acá?
- Sí, tenés que escribir un cuento nuevo. 
- ¿De cualquier cosa?
- No, tenés que escribir sobre este jugo. 
- ¿Qué concha tiene ese jugo?
- Merca.
- Ah...
- Un poco nomás. 
- ¿La merca es curativa?
- Sí, se la tenés que poner al jugo y te cura todo, no te entra nada. 
- ¿Me cura o no me entra?
- Es lo mismo. Y también amor, el amor sana todo. 
- Ta bien... ¿no es medio asqueroso eso?
- Vos escribí el cuentito -sacó un arma.
- Dale está bien

martes, 11 de mayo de 2021

Indicadores de crisis

  

En el 2002 yo tenía 18 años. Y en el 2002 hubo una crisis económica tremenda en Uruguay. Para mi familia era una crisis desde hacía muchos años. Mi madre se quedó sin trabajo por lo menos seis años antes, y a esa altura ya vivíamos con mi abuela, sin ningún ingreso nuestro, o sea, solo con lo que cobraba ella de pensión.

Me acuerdo que en esa época aparecieron muchos productos nuevos en el mercado, que en el momento me parecieron totalmente normales pero que ahora veo como indicadores de crisis. La industria de las gaseosas tuvo un desarrollo interesante. Fue como si hubieran descubierto la famosa receta secreta de la Coca-ColaNix, 3B, Fresquita, muchas más. A mí me daba la impresión de que el resultado era peor pero solamente porque querían hacerla más barata, no porque no supieran cómo hacerla igual. En mi casa, de todos modos, no comprábamos ninguna de esas. Era un gasto pero la verdad es que también éramos un poco clase media acomodada caída en desgracia, nos parecía una reverenda porquería.

Empezamos a probar comida nueva, en algún momento no tuvimos más remedio que incorporar gato y perro al menú. Palomas no habían muchas, se las comían primero los gatos. Me acuerdo de que nuestros vecinos chetos también comían perro, pero ellos eran de clase un poco más adinerada, comían solo perro de raza, y perro caro, chihuahua, croqueta de galgo, empanada de rottweiler.

Desde unos cinco años antes, mi padre vivía en una pensión y salíamos a caminar los fines de semana. Estábamos entre tres y cuatro horas caminando por Montevideo, en general sin ningún rumbo en particular. Jugábamos una competencia de quién mataba a más mosquitos. Si los matabas sobre tu propia cara tenías puntaje doble. Cuando pasábamos por la puerta de un comercio que tenía mucha gente o un restorán siempre escuchábamos el comentario de mi padre, “este es el país de la joda”. Al parecer, que la gente gastara en algo que no fuera indispensable al cien por ciento convertía la situación en un lujo disparatado. Como si la gente no fuera consciente de que todo se estaba yendo a la mierda y estuviera malgastando estúpidamente la plata. Con el tiempo la frase se simplificó a “el país de la joda” cada vez que pasábamos por una pizzería con una pareja pidiendo un dos por uno y veinte mesas vacías. Era ver a alguien comiendo y ya se escuchaba el amarguísimo EL PAÍS DE LA JODAAA. Cuando llegó la crisis y yo ya tenía dieciocho años, ya no lo veía tanto y no hacíamos esas caminatas, pero cada tanto hablábamos por teléfono e invariablemente me comentaba que había visto “gente comiendo afuera” y agregaba que se debía a que este “es el país de la joda”. Aunque también a veces no veía a nadie y aseguraba que era por la “chicoria”, desconociendo sus anteriores observaciones.

En un momento la cosa se complicó y ya no se podía pagar más el alquiler. En ese momento aparecieron los apartamentos o casas cronocompartidas. De entre dos o tres familias, tenían una habitación grande, un living, un baño y una cocina. Dependiendo del día, a una familia le tocaba el cuarto (que era rotativo) y la otra familia trataba de no estar en el apartamento, o si era de noche le tocaba achicar en el living. Así aproveché para estar lo mínimo indispensable en el apartamento, me iba todo el día a la biblioteca nacional y sacaba libros para leer. Con la otra familia no hablábamos, a veces un “buen día” o “buenas noches”, pero manteniéndolo siempre en el mínimo posible. Con los meses y años, gastar plata de cualquier manera se convirtió en una actividad de gil. Tenerla y no gastarla no formaba parte del escenario. Pero gastar plata era de imbécil, comer era derrochar. Comer incluso estaba mal visto, aunque fuera gratis. ¿Cómo vas a comer?

Por esa época fue que la intendencia empezó a retirar contenedores de basura. La gente ya no generaba basura, y cuando la había se terminaba rápidamente porque los mismos vecinos la revisaban y reciclaban lo que se podía. Más que contenedores se trataba de una especie de feria de intercambio. A la mayoría les sacábamos la tapa porque ya no servía de nada. Algunos las usábamos después para ir a la playa, porque se adaptaban tanto para sombrilla como para hacer una especie de surf marginal que tuvo su auge en ese año. 

Vi ratas muertas de hambre. Las palomas, según me enteré, migraron a Brasil. Nunca se había registrado una migración de esta especie antes en el mundo. Tenías días soleados, días cubiertos y días cubiertos por palomas. Se perdieron la crisis de la aftosa y la decadencia definitiva del partido colorado. 

Coincidentemente con esta crisis yo entré en edad de buscar trabajo. Hice un curriculum e imprimí como 5 copias, pensando en las que iba a mandar durante todo el mes. No tenía ni qué poner en el currículum, en esa época tampoco tenía imaginación. Debo haber usado una fuente tamaño sesenta y pico para poder llenar tres cuartos de hoja. Los anuncios clasificados los leías más o menos en tres minutos, y en general compartíamos el diario con las otras familias con las que cronocompartíamos el apartamento, así que lo marcábamos solo con lápiz, y en general ellos ya habían marcado el aviso que me servía a mí. Todos marcábamos el mismo, el menos turbio. Había avisos que si los marcabas experimentabas una especie de premonición extrasensorial en los riñones, te dolían por adelantado antes de que estuvieran amenazados. 

Cada fin de semana aparecían uno o dos avisos a los que me parecía que me podía postular. Una vez me postulé a uno para ser cadete o algo por estilo en un banco, y especificaban que había que indicar la aspiración salarial por hora. Yo no tenía ni idea cuánto cobraba una persona por hora, así que pensé cuánto era el sueldo que me gustaría cobrar (más o menos un salario mínimo) e hice un cálculo definitivamente mal hecho y no revisado, porque me dio cualquier cosa. Pero no me di cuenta y lo mandé así. Resultó ser el doble de lo que yo había querido expresar. Desde el banco me llamaron una semana después para preguntarme por qué había propuesto ese número, y les dije que capaz que me había equivocado. “¿A vos te parece que con la situación actual alguien te puede pagar toda esa plata? ¿Eh?”. Yo no dije mucho, pero el tema no quedó ahí, porque me siguieron llamando dos o tres veces por semana durante algunos meses, solo para recordarme mi error. Incluso durante la crisis bancaria. En general las llamadas duraban menos de un minuto y yo no solía responder más que monosílabos. A veces también me leían recortes de diario en los que se hablaba de la crisis económica, y me preguntaban si me seguía pareciendo que tenía sentido el número que les había mandado.

Pero mi recuerdo más vívido de esa época probablemente sea el de las entrevistas de trabajo que efectivamente “conseguí”. De la primera no me acuerdo mucho, pero sé que cuando estaba yendo me distraje con un cartel en un kiosko que promocionaba empanadas a 15 pesos. Cuando llegué al lugar de la entrevista, entramos tres personas juntas: dos chicas más o menos de mi edad y yo. Era una especie de estafa en la que había que vender algo relacionado a servicios funerarios o algo por el estilo, pero había que poner plata primero para obtener el material, y aparte pagaban solamente por comisión. En esa época no ocultaban que era una estafa, directamente te contaban la cantidad de años que podías ir preso si te agarraban, pero en general se quedaban cortos. La entrevista fue en un apartamento en el centro súper turbio. Una de las chicas y yo nos fuimos, la otra se quedó contenta, pero recontra contenta como si hubiera encontrado un trabajo genuino. Con la otra bajamos por la escalera sin hablar y salimos sin hablar y caminamos para lugares diferentes a partir de la puerta, siempre sin comentar nada a pesar de que estábamos los dos indignados. Ella agarró para un lado de la cuadra y yo para el otro, pero igual nos encontramos al otro lado de la manzana en el kiosko de las empanadas. La idea (al menos la mía) era gastarme la plata del boleto de vuelta en una empanada y volverme caminando. Primero pidió ella.

- Una empanada de jamón y queso y una de perro.

- ¿Vos querés empanadas también? - me preguntó a mí la que atendía- Porque las caliento juntas.

- Sí, una de perro, por favor.

- Les aviso que el horno anda mal, solo lo puedo poner en nivel uno o tres. O sea que las empanadas salen crudas o quemadas, no tenemos el número dos. Por eso es la promoción.

- ...

- Bueno.

- ¿Las van a querer igual?

- Yo sí.

- Sí, yo también. Quemada –pedí yo.

- Yo cruda.

 

Duro año el 2002.

jueves, 25 de febrero de 2021

Una epidemia de cólera en Montevideo, Boulevard Sarandí

Fragmento de "Boulevard Sarandí", de Milton Schinca. Acá se narra cronológicamente una epidemia de cólera de 1886 en Montevideo. 

Una epidemia de cólera, paso por paso

- 1886: se denuncia la aparición de casos de cólera en Nápoles y Génova. La noticia preocupa en Montevideo con razón: las epidemias europeas suelen trasladarse al Río de la Plata por vía marítima, a través del tráfico naviero.

- Octubre: dos barcos italianos, el "Venus" y el "Saturno", se aproximan a nuestras costas. Nuestra opinión pública se inquieta y reclama la adopción de medidas.

- El gobierno prohíbe la entrada de los dos barcos italianos que ya se encontraban próximos a nuestro puerto. Pero a pesar de los reclamos, no se adopta igual medida con naves argentinas, que ingresan a diario, a pesar de que el país hermano mantiene su contacto abierto con Europa.

- Aparecen casos de cólera en Argentina y Paraguay. Sin embargo, el 12 de Octubre atraca en nuestro puerto el vapor de bandera argentina "Perseo".

- 6 de noviembre: a pesar de que aparecen nuevos casos de cólera en los países vecinos, hoy arriba a nuestro puerto el barco "Rivadavia" y desembarcan pasajeros sin ningún control.

- Recién al día siguiente el Gobierno prohíbe el acceso de barcos argentinos y paraguayos.

- Días después, en la localidad de la Unión aparece un enfermo cuyos síntomas preocupan a las autoridades. Se lo mantiene en observación. Falta el análisis bacteriológico.

- Se trata de un soldado de nombre Ramón Castrillo. Su caso resulta inquietante por cuanto es uno de los desembarcados del vapor argentino "Rivadavia".

- Se confirma que el enfermo Ramón Castrillo se encuentra aquejado de cólera: ha aparecido el primer caso en nuestro país. Preocupan, además, sus declaraciones en el sentido de que en los últimos días efectuó deposiciones en un baldío cercano a su casa, con el riesgo de contagio consiguiente.

- Un segundo caso se registra en la misma localidad de la Unión: ahora es un estibador, de nacionalidad oriental, también desembarcado de Buenos Aires, en fecha reciente.

- En los días siguientes, aparecen varios casos de cólera, ahora en Maroñas.

- Una noticia alarmante: el cólera ha penetrado en un establecimiento público de la Unión, el Asilo de Mendigos. Manuel Martínez, español, y Gualberto Mostello, oriental, enfermaron el 5 de diciembre, falleciendo ese mismo día. En dicho asilo se alojan unos 500 internados en condiciones sanitarias inadecuadas. La situación podría tornarse catastrófica.

- A pesar de la grave realidad que está viviendo la Unión, se anuncian para el fin de semana corridas de toros en su Plaza. Ello supone la concurrencia de unas 3 mil personas, casi todas provenientes de Montevideo, lo cual apareja un riesgo cierto para la ciudad, hasta ahora no alcanzada por el mal.

- Tal como se temía, se propaga la epidemia dentro del Asilo de Ancianos de la Unión: de la Sala de Hombres pasó a la de Mujeres, y de ésta a la de Niños.

- Las autoridades no suspenden las corridas de todos en la Plaza de la Unión, como se esperaba. Tan sólo prohíben el consumo de bebidas alcohólicas, medida criticada en los ambientes médicos, pues en cambio se permite beber agua con toda libertad, a pesar de que suele extraerse de pozos y aljibes que pueden estar contaminados.

- Se sabe de un segundo establecimiento público atacado por el mal: ahora es el Manicomio Nacional, donde aparecieron casos en el patio bajo del Departamento de Mujeres, desde el cual se propagó al sector masculino.

- Preocupa la situación de Montevideo frente a la proliferación de casos en la Unión y Maroñas. Ambas localidades se encuentran unidas por dos líneas de tranvías de caballo y una de ferrocarril, cuya circulación no ha sido impedida hasta el momento.

- Es impresionante comprobar cómo la difusión de la epidemia parece seguir un derrotero perfectamente definido: nuevos casos van apareciendo todo a lo largo de las avenidas 8 de Octubre y 18 de Julio, aproximándose a nuestra ciudad como si el mal viniera conducido por un carruaje.

- Montevideo se encuentra en condiciones inadecuadas para enfrentar la posibilidad de una epidemia. Su pavimentación deficiente facilita la contaminación; se carece de caños maestros en algunas zonas; tampoco se poseen estufas de desinfección. Habitan Montevideo, en este 1886, unas 110.000 personas.

- Nuestra ciudad se encuentra prácticamente cercada por el cólera. Actualmente hay casos confirmados en las localidades adyacentes del Reducto, la Figurita, Cerrito, Pocitos, Punta de las Carretas, Aguada, Paso del Molino, sin contar los focos primitivos de Unión y Maroñas. Pero hasta el momento las autoridades no han adoptado medidas para aislar a la ciudad, que mantiene su contacto regular con todas esas zonas infestadas.

- Sucede lo inevitable: se anuncia la aparición de un primer caso de cólera dentro de la misma ciudad de Montevideo. En la calle Ituzaingó 225, enfermó y murió en pocas horas el vecino Pedro Llanes.

- Ahora sí, frente a la evidencia de los hechos, las autoridades adoptan medidas urgentes: se desalojan varios conventillos y algunos barrios próximos.

- Dos nuevos casos de cólera dentro de la ciudad: en la fonda de la calle Ciudadela 104 se halla gravemente enfermo Manuel Etchegaray; y en Yaguarón entre Miguelete y Cerro Largo acaba de fallecer José Mainero.

- Frente al embate del mal, el Gobierno dispone la suspensión de las clases en todos los colegios públicos y privados de la ciudad, así como de los espectáculos públicos, en especial teatros y corridas de toros.

- Llegan a 72 los casos registrados en el Manicomio Nacional. Para agravar aún más el panorama, se anuncia la aparición de casos de cólera en el Hospital de la Caridad, al tiempo que se multiplican los que se registran en casas particulares.

- Las autoridades disponen que los objetos que hubieran estado en contacto directo con el enfermo, lo mismo que las ropas sucias de evacuaciones y vómitos, deben ser incinerados de inmediato.

- Otra disposición que se imponía: comenzará a funcionar una Casa de Aislamiento para atender a aquellos enfermos que no puedan recibir atención médica adecuada en su propia casa. El establecimiento se encuentra situado en el Buceo, está dotado de laboratorio microbiológico, y será atendido por personal especializado. Para el traslado de los enfermos se contará con vehículos especialmente preparados para el efecto.

- Obligatorio para los médicos en casas particulares: después de atender a un enfermo de cólera, no podrán salir de la habitación sin antes desinfectarse cuidadosamente.

- Un fin de año negro para Montevideo: el de 1886. El 31 de diciembre, nuestra ciudad despide el año enlutada y aterrorizada.

- Un caso insólito: al inaugurarse la Casa de Aislamiento en el Buceo, los enfermeros designados huyeron, desertando de su obligación. Un grupo de practicantes que estaban actuando abnegadamente en el Asilo de Mendigos de la Unión desde la primera hora, se ha ofrecido para hacerse cargo del servicio. La población debe conocer sus nombres: Nicola, Fonseca y Vidal y Fuentes.

- Junto con estos practicantes también las Hermanas de San Vicente de Paul han pasado a desempeñar tareas en la casa de Aislamiento.

- Dictados obligatorios para toda la población: en las casas donde haya enfermos de cólera, se desinfectarán los pisos, muebles, camas, paredes y puertas; se desprenderán y desinfectarán cortinas y cortinados, alfombras, copas, tazas y todo otro objeto de uso.

- En caso de fallecimiento por cólera: el cadáver deberá ser amortajado en una sábana empapada en una solución de bicloruro de mercurio al 2 mil, cuidando de que cubra enteramente el cuerpo.

- 14 de enero de 1887: ha surgido un fuerte brote de cólera en el batallón 3ro de Cazadores. Frente a esta situación alarmante, se ha procedido a desinfectar soldado por soldado, su armamento y correaje, incinerándose todas sus ropas.

- Las autoridades prohíben que se velen los fallecidos por cólera. El cuerpo permanecerá lo menos posible en la habitación, y una vez retirado de la misma, esta será desinfectada y clausurada por espacio de siete días por lo menos.

- Comunicado urgente de las autoridades: Ante versiones antojadizas que circulan entre la población, la Comisión de Salubridad, que dirige la lucha contra el cólera, hace sabe a la población de Montevideo: 1) que solo se trasladan a la Casa de Aislamiento enfermos que no tienen familiares o amigos que se hagan cargo de ellos. 2) Que a los enfermos sin recursos se les suministra gratuitamente medicinas, alimentos y elementos de higiene. 3) Que en ningún caso se ha procedido a la inhumación de los fallecidos sin la presentación del certificado de defunción. 4) Para que la población esté debidamente informada, la Comisión de Salubridad invita a la prensa a concurrir libremente a sus sesiones.

- El cólera se extiende de modo fulminante en el Batallón 3ro de Cazadores. El día 22 de enero, durante la noche, se produjo la friolera de 60 casos juntos. Todos fueron remitidos de inmediato a la Casa de Aislamiento.

- Se dispone que aquellas casas donde hubiere enfermos de cólera , deben quedar totalmente aisladas del exterior, y sus habitantes no podrán tener contacto alguno con personas ajenas, bajo pena de rigurosas sanciones.

- Una noticia alentadora en medio de tanta desolación: parecería conjurada la epidemia en el Asilo de Mendigos de la Unión: desde el 1ro de enero no se han repetido más casos. En total fueron 53 los internados atacados, de los cuales fallecieron 38. Resultó contagiado el médico principal del establecimiento, doctor Capdehourat, pero felizmente sanó.

- Se exhorta a la población a colaborar con las medidas dictadas por las autoridades, ya que se tiene conocimiento de frecuentes casos de desobediencia o desaprensión. Se encarece especialmente no hacer caso de rumores alarmistas y atenerse únicamente a los comunicados oficiales. Abstenerse, asimismo, de recurrir a prácticas de curanderismo y supuestas panaceas maravillosas, como se ha comprobado reiteradamente.

- Parece decrecer también la epidemia en el Manicomio Nacional. Hasta el momento fueron atacados 111 internados, de los cuales fallecieron 54. Se contagiaron dos Hermanas de Caridad y un capataz, pero los tres se salvaron.

- Febrero de 1887: la epidemia parece amainar. No obstante las autoridades sanitarias exigen el mantenimiento de todas las medidas en vigor.

- 14 de febrero: se da por totalmente conjurado el brote en el Batallón 3ro de Cazadores. Cifras finales: 97 soldados atacados, 4 oficiales y 1 practicante. Casos fatales, 61.

- Marzo: ninguna muerte se ha producido desde hace varios días. Quedan todavía varios casos de cólera en proceso, pero se consideran perfectamente controlados.

- La calma va retornando lentamente a la ciudad en los primeros días de marzo. Se espera que en pocos días puedan levantarse las severas medidas vigentes.

- 24 de marzo: las autoridades declaran oficialmente concluida la epidemia de cólera y dejan sin efecto las rigurosas prohibiciones y dictados que pesaban sobre la población de Montevideo. Se hace público el agradecimiento al cuerpo médico, practicantes, hermanas de caridad, funcionarios y particulares que cooperaron de un modo u otro, con riesgo de su vida, para conjurar los males del terrible flagelo que costó a vida de unos 450 montevideanos en cuatro meses.